Muchas veces las expectativas
con respecto a nuestros hijos surgen desde la concepción. Soñamos con ese hijo,
lo que será de grande, el orgullo de que sea tan inteligente como su abuelo, o
tan deportista como su papá, o será tan bella como una reina de belleza, entre
otras. ¡No ha nacido y ya le hicimos la vida!
Uno de los principales
problemas que pasa con nosotros los padres, es que inconscientemente creamos
expectativas hacia los hijos, y cuando vemos que no se cumplen queremos
inferir, controlar y manipular su vida, generando dentro del hogar
insatisfacción y culpa.
¿Te suena lo siguiente?: ¿Por
qué mis hijos son así?, Si yo he sido un buen padre o madre, me esfuerzo para
que asistan a una buena escuela, les compro lo que me piden, tienen las mejores
marcas, los llevo de vacaciones, salimos a comer restaurantes, y la lista es
larga, lo que nos lleva a ser exigentes, a estar cansados, estresados, enojados
e intolerantes con ellos.
Los padres depositamos en los
hijos nuestros propios anhelos, frustraciones, lo que no hicimos, necesidades
insatisfechas y nuestras carencias, deseando inconscientemente realizarnos a
través de los hijos y así, llenar vacíos propios.
Esto no te hace una mala persona,
solo es darte la oportunidad de aclarar tus intenciones y sentimientos respecto
a las expectativas personales y separarlas de las de tus hijos, eso te
permitirá hacer cambios y sanar.
Lic. Maira Germán Gutiérrez.
Educación Continua.
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