Un monstruo terrible con tentáculos
que lanza fuego, así más o menos es la culpa cuando la instalamos en nuestras
vidas, dejando que sea quien la controle.
Sentir culpa es muy común entre los seres humanos y hasta
es sano sentirla, ya que nos permite adaptarnos socialmente y reconocer
nuestros errores. Lo preocupante de todo es cuando se presenta de forma frecuente y adoptamos
el rol de víctimas, apareciendo el “monstruo” que hemos creado lleno de
recuerdos dolorosos que nos permite sufrir por los daños que de acuerdo a
nuestro sistema de creencias hemos causado, manifestándose de muchas maneras:
malestares físicos, psicológicos y emocionales. La culpa es determinada por la
cultura, la familia, la sociedad y nosotros mismos. Lo negativo es cuando se
convierte en un obstáculo para nuestro bienestar.
Nos sucede mucho a los que somos padres, que
desarrollamos culpa por diversas situaciones, ya sea porque trabajamos y no le
dedicamos el suficiente tiempo a nuestros hijos(as), por regañarlos o
castigarlos, por no comprarles lo que nos pidieron, por habernos divorciado,
por dedicar muchas horas del día a la terapia o a las clases extracurriculares,
por querer que coman nutritivamente, por no dejarlo ir a una fiesta o reunión y
hasta por decir NO, pero, ¿Piensas vivir culpándote por lo que haces o no
haces?, ¿Te satisface la lástima?, ¿Te consideras víctima o victimario? Una vez
contestadas estas preguntas es muy probable que tengas las respuestas a lo que
necesitas hacer.
Al evaluar las consecuencias de tus actos podrás
determinar si estás haciendo lo correcto y las cosas que hay que cambiar, nadie
sabe mejor que tú lo que hay que hacer.
Aquí algunas cosas para tomar en cuenta:
·
Detente
al descubrir el sentimiento de culpa cuando aparezca o cuando tú eres quien
culpa.
·
Observa la situación como si estuvieras fuera
de la escena, te permitirá analizar
desde otra perspectiva.
·
Mentalmente
ponte en el lugar de la otra persona, y trata de sentir lo que sucede con ella;
puede que surja una manera diferente de afrontar la situación.
·
Reparte
la responsabilidad a quien le corresponda, puede ser que no sea totalmente tuya
y tomes algo que no te pertenece.
·
Aprovecha
la oportunidad de reconocer si te equivocaste, si es posible, pide una disculpa
y aprende de esa experiencia.
“Una de las desgracias de nuestra
época es que, al querer deshacernos de los sentimientos de culpa
injustificados, también hemos relegado al olvido muchos que eran justificados”
Psic. Maira Germán Gutiérrez.
Educación Continua
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