viernes, 2 de diciembre de 2011

Testimoniales. Raquel.



RAQUEL, MAMÁ DE LUIS ARMANDO. Raquel MontoyaJueves 26 de mayo de 2011, 4:00 p.m. Culiacán, Sinaloa.

Cuando faltaba una semana para que Luis Armando naciera, Raquel acudió a su cita de rutina con el ginecólogo: “En el ultrasonido pudimos ver que mi bebé no había crecido como debía… Las semanas de embarazo no concordaban con las semanas de su desarrollo; pero el doctor no le dio mucha importancia”.importancia. Luis Armando nació prematuro, con bajo peso y etiquetado con un diagnóstico tan inusual que se da tan sólo en 1 de cada 10,000 casos: el síndrome de Treacher-Collins-Franceschetti. Con el paso del tiempo, el diagnóstico resultó erróneo: “Fue una época muy difícil porque Luis Armando fue sometido a todos los estudios habidos y por haber desde que tenía apenas cinco meses”, recuerda Raquel. “Yo sufría de ver cómo lo agredían y lo lastimaban cada que necesitaban tomarle muestras, además de la agonía de esperar a que los médicos te digan algo que sabes que no quieres oír… Así que dejé de preocuparme por el nombre y apellido de la condición de mi hijo; lo que me interesaba era que estuviera mejor”.

Raquel comenzó a buscar otras alternativas para Luis Armando, lo que implicó que la situación en su trabajo se complicara: “Yo soy representante médico; en mi trabajo, aunque me sienta muy mal, tengo siempre que mostrar mi mejor cara ante los clientes, sin excepciones. Entraba y salía de juntas con los ojos hinchados de tanto llorar… Fue una etapa muy difícil porque yo aún no aceptaba el problema de mi hijo, estaba en una etapa de completa negación”, cuenta Raquel mientras su voz se quiebra. Sus ojos se llenan de lágrimas y recobra la compostura sólo para agregar: “Menos mal que tuve siempre mi trabajo —dice con una sonrisa agridulce—, porque sin él no hubiera podido hacer nada por Luis Armando”.
 
Y al preguntarle quién ha estado cerca para ayudarle, se le ilumina la mirada: “mi mamá ha sido la que me ha apoyado incondicionalmente, ella lleva y trae a mi hijo para todos lados, le prepara comidas especiales… Ha sido un apoyo muy importante para mí”.

Años transcurrieron durante los que Raquel y Luis Armando visitaron guarderías, escuelas, centros de rehabilitación y terapeutas de todo tipo, hasta que llegaron a Estrella Guía. “Yo había escuchado del método de Filadelfia, y cuando supe que en Estrella Guía podía tomar cursos directamente con estos terapeutas, y así entender mejor lo que pasaba con mi hijo, no dudé ni un minuto en acercarme a ellos”.

Cuando Luis Armando llegó a Estrella Guía tenía poco más de tres años. Caminaba con muy poca estabilidad, era inquieto, sumamente hiperactivo, no hacía caso y no se comunicaba para nada. “Mi hijo no obedecía órdenes, parecía que no escuchaba, no ponía atención y no hablaba una sola palabra”, comenta Raquel. Hoy Luis Armando lee, comienza a decir algunas palabras, juega como cualquier otro niño, es sociable y obedece órdenes, sin mencionar que está mucho más tranquilo”.

“Yo no conozco a otro niño con una lesión cerebral como la de Luis Armando, con un síndrome tan raro”, asegura Raquel. “Muchas personas, desde mi pediatra hasta mi esposo, me decían que para qué trataba tanto si Luis Armando nunca llegaría a ser un niño normal... A veces me canso físicamente de lidiar con el problema de mi hijo, pero nunca me he dado por vencida a pesar de las dificultades. Yo simplemente no podría vivir sin luchar por que todos los días Luis Armando mejore. Siempre hay algo más que se puede hacer por un hijo con lesión cerebral, y en eso Estrella Guía y yo estamos completamente de acuerdo”.

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