sábado, 3 de septiembre de 2011

Kenya & Jesús Daniel



Kenya & Jesús Daniel

Jueves 2 de junio de 2011, 12:30 p.m.
Culiacán, Sinaloa.

“Cuando Jesús Daniel nació, el pediatra nos dijo que había sufrido una asfixia que le causó un paro cardiorrespiratorio, lo perdimos por unos segundos, pero los doctores lograron que volviera en sí”, cuenta su madre Kenya. Luego, a la hora de transportarlo de Guamúchil para Culiacán en ambulancia, los paramédicos abrieron por equivocación la incubadora y al bebé le dio bronquitis. Jesús Daniel estuvo muchos días en el hospital, y fue hasta que se salió que enteraron a su padre de que el niño tenía lesión cerebral.

“Mi esposo fue quien me dio la noticia, yo me sentí triste y desesperada, no sabía qué hacer, no sabía ni siquiera qué era lo que significaba lesión cerebral, pensé que mi hijo se iba a morir”, cuenta su madre. Kenya finalmente decidió llevar a su hijo a estimulación temprana en el DIF, pero ni ella ni su esposo fueron consistentes: “Llevamos a Jesús Daniel un tiempo, pero la verdad es que por desidia dejamos el tiempo pasar y volvimos después de muchos meses”.

El médico encargado del área fue quien les explicó por primera vez que el tipo de lesión que Jesús Daniel tenía necesitaba rehabilitación. “Nosotros somos de Angostura, hacemos una hora diaria para Culiacán. Yo tenía que venir de dos a tres veces por semana a la terapia de Jesús Daniel, hasta que mi esposo y yo decidimos que nos vendríamos a vivir para acá por nuestro hijo, para poder darle la mejor atención”. En ese entonces, Jesús Daniel no caminaba, y ya estaba cerca de los cuatro años: “Yo me cansaba de traer a mi niño en brazos, era muy pesado cargarlo en el camión, caminar con él, llevarlo a todos lados”.

En el DIF lo dieron de alta tan pronto como caminó. “Jesús Daniel salió de allí andando, pero sin equilibrio, ponía sus manitas en las paredes para sostenerse”, recuerda Kenya, quien continuó dándole las terapias desde su casa, pero las mejoras en Jesús Daniel eran pocas y muy lentas.

Desde que llegaron a Estrella Guía, Jesús Daniel ha tenido avances muy importantes en su andar, su comportamiento y en su lenguaje: “Jesús Daniel camina con mucho más equilibrio, entiende indicaciones y órdenes, antes no las entendía. Su lenguaje va mejorando, ahora su pronunciación es más clara, se le entiende mucho más”, dice sonriendo.

“Hace más de tres años, una amiga mía con un hijo con parálisis cerebral me habló de Estrella Guía. En ese entonces era sólo un proyecto, pero yo ya estaba decidida a traer a Jesús Daniel aquí en cuanto se pudiera”. Y al preguntarle cuál fue su primera impresión al llegar a Estrella Guía Kenya recuerda: “Yo soy muy miedosa, no estoy acostumbrada a convivir con mucha gente, me falta saber hablar mejor, tener más cultura, entonces a veces me sentía intimidada por la gente a mi alrededor, gente que sabía más que yo”. Pero poco a poco, Kenya se fue adaptando: “Luego, tomé el seminario con los doctores de Filadelfia y me sentí mucho más tranquila, ahí traté a otros papás que pasaban por lo mismo que yo, eso me dio mucho valor”.

Kenya ha ido aprendiendo computación e inglés y ahora es capaz de entregar los reportes de Jesús Daniel y hacerse cargo de todo ella sola. “Mi mayor reto ha sido el aprender a superarme para poder ayudar más a mi hijo”.

“Desde que llegamos a Estrella Guía la vida de toda la familia mejoró. Jesús Daniel va avanzando cada vez más en ser independiente. Gracias a Dios va lográndolo, vamos todos lográndolo, pero se necesita constancia para hacer la terapia todos los días… Aunque a veces se aburra el niño o tú prefieras no hacerlo, sólo con constancia se logran los cambios reales”.

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